viernes, 23 de julio de 2010

¿Erudición... o Sabiduría?

¿Erudición... o Sabiduría?Neblina:
¡Uff, al fin llegaste, Chispita, no sabes cómo ansiaba platicar contigo!

Chispita:
¿Por qué, amiga?

Neblina:
Es que en la universidad, alguien se atrevió a decir que el conocimiento es el mayor de los tesoros al que puedes aspirar… pero yo intuyo que debe haber algo más… ¿algo que pase tal vez por el corazón?

Chispita:
¡Esa es mi amiga! Me encanta que aún tan joven, tu intuición te lleve ya por el camino de la verdad. En efecto, el conocimiento es un gran aliciente y respaldo para el ego, sobre todo cuando eso significa que se te abran las puertas del “éxito” en el campo profesional. Sin embargo, el conocimiento atañe más bien a la mente y el intelecto, mientras que la sabiduría alude al alma… es conocimiento “filtrado” a través del corazón.

Neblina:
Quiere decir que aunque alguien lea todos los libros del mundo, en realidad eso no vale mucho…

Chispita:
Sería una persona muy culta, “docta” y letrada. Pero cuando el corazón no es tocado por la luz del entendimiento, se podrá tener mucho conocimiento… más no sabiduría.

Neblina:
¡Explícate mejor!

Chispita:
Te contaré una historia verídica. Me tocó vivirla. Hace algún tiempo, se organizó una conferencia para presentar a tres jóvenes poetas. El “padrino” en esa su primera aparición ante el público, era un ya renombrado poeta quien, incluso, años más tarde, sería galardonado con el rimbombante “Premio Nobel de Literatura”.

Como “invitado de honor”, se concedió a ese personaje el uso de la palabra para iniciar el evento. Sobrado en ego y conocimiento… más no en humildad y sabiduría, comenzó un interminable discurso que, para simplemente presentar y ceder la palabra a los noveles escritores, resultaba ya demasiado largo.

No faltó quien comenzara a mostrar señales de impaciencia. El “insigne” orador interrumpió su discurso dos veces, con visible molestia e indignación, mientras el resto de los asistentes guardaba el más total de los silencios. Sin embargo, posiblemente algunos amigos o familiares de los jóvenes poetas, impacientes ya por escucharlos, volvieron a dar signos de protesta susurrando algo entre ellos... cuchicheos que llegaron nuevamente a oídos del célebre personaje.

Fue entonces cuando éste último perdió totalmente el control de sí mismo. En lugar de simplemente callar -en espera de que los encargados de seguridad arreglaran cortésmente el asunto-, con aire sumamente altivo y soberbio, hizo el gesto de plegarse las mangas del saco, como quien se apresta a liarse a golpes con alguien más, y dijo con voz iracunda: “¡está bien, quienes quieran vérselas conmigo allá afuera, tan sólo esperen a que termine esta presentación!...”

Neblina:
¡Qué escena! ¿Qué sucedió entonces?

Chispita:
¡Silencio sepulcral!... el salón entero quedó paralizado. El personal de seguridad inmediatamente “invitó a los impertinentes” a que abandonaran el lugar… Instantes después, el orador continuaba con su discurso inmerso en su enorme ego, sin recapacitar que de nada vale todo el conocimiento enciclopédico que pueda tener una persona, poco le adorna cultura y sapiencia, si no aprende a frenar los impulsos del vanidoso y soberbio ego.

Neblina:
¡Qué alivio, amiga! ¡Entonces no me preocuparé más por todo lo que aún me falta por leer y aprender!...

Chispita:
Nada de eso, Neblina. El leer, el adquirir conocimientos, por supuesto que nos abre más la conciencia y las perspectivas en la vida. Pero eso no lo es todo si nuestro único afán es recibir elogios y aplausos. Hay personas que llegan a este mundo con un IQ (coeficiente intelectual) superior al de los demás, que pueden llegar a considerarse seres muy especiales, muy “doctos”, muy intelectuales… más no por eso son sabios. Y, mucho menos, superiores a quien pueda mostrar un “nivel de inteligencia” por debajo del término medio.

No pocas veces encontramos mucha más “sabiduría” en un sencillo y humilde campesino iletrado, que en un pretencioso egresado universitario. Al ser admirados y ensalzados en este mundo de ilusorios valores, muchos de éstos últimos caen en la vanidad y la soberbia. El conocimiento no debiera nunca ser una meta en sí… sino un medio para alcanzar una mayor comprensión del mundo que vivimos y el infinito universo que nos rodea.

Neblina:
¿Entonces qué es para ti la sabiduría?

Chispita:
Me parece que una persona verdaderamente sabia es quien, entre más conoce, llega a pensar, como Sócrates, en el más pleno acto de humildad y rendición: “yo sólo sé que no sé nada…”

Neblina:
¿La sabiduría, entonces, está ligada a la humildad?

Chispita:
La sabiduría, Neblina, es hermana de la humildad y entrañable amiga del silencio. Huye del barullo y de los fatuos elogios. Al conocimiento se llega por el intelecto, la sabiduría sólo se alcanza traspasando la puerta del corazón.

Un hombre culto brilla en las esferas sociales; un hombre sabio es luminosa estrella en los confines del espíritu. Mientras que el conocimiento te da poder en el mundo exterior; la sabiduría te permite descubrir la riqueza de tu mundo interior.

Así es que, si me lo permites, Neblina, concluyo que no hay sabiduría ni tesoro más grande que el amor y la humildad...


Elvira G.

® Derechos Reservados.

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