jueves, 11 de octubre de 2012

Silencio...


Por Pablo de la Iglesia.

Si hay algo que predomina en el mundo de hoy, es el ruido.

Contaminación acústica. Ruido emocional provocado por los miles y miles de estímulos que dicen “¡Compra! ¡Compra!”. Ruido en las relaciones que no encuentran muchos momentos de quietud para experimentarse.

También hace ruido, ¡mucho ruido!, nuestra mente cuando supone, conjetura y concluye; acciones que buscan llenar vacíos que generan ansiedad con mapas que rara vez se ajustan a la realidad. De esta manera perdemos la capacidad de VER sin juzgar permanentemente, sumiéndonos en un estado de trance ilusorio.

El carrusel mental gira y gira; la ilusión no se detiene y la mente se encarga de recrear las escenas con ruido e imágenes condicionadas por viejas creencias, valores y programas adquiridos previamente y de manera inconsciente.

Los seres dormidos viven una eterna lucha por no caer en el vacío. La iluminación es permitir que el carrusel se detenga y el silencio del vacío y la plenitud se apodere de nuestra existencia.

Permitirnos la posibilidad de estar en silencio es la llave para acceder a la verdad que Dios calla pero ilumina para las mentes aquietadas. Cierra los ojos y observa al mono de la mente hasta que se aquiete y la luz del silencio te unifique con la respuesta a todas las preguntas allí donde no hay más preguntas.

Cuando el silencio tiene su espacio en nuestra vida, nuestra mente encuentra mayor claridad, de hecho la conciencia se va manifestando detrás de tanto ruido. La re-evolución de la conciencia se produce en este estado que nos pone en sintonía con la Inteligencia Cósmica y donde la creación se expresa sin obstáculos a través nuestro.

Puedes hacer la siguiente práctica espiritual:

Cierra los ojos y toma unas respiraciones profundas.

Imagina que tus emociones, deseos, conflictos y pensamientos son tan sólo nubes que pasan en un firmamento azulado. Sólo obsérvalas y déjalas ir.

Poco a poco las nubes se van espaciando y sólo queda el cielo límpido.

Identifícate con el cielo, expándete en su inmensidad. Vuélvete profundo en cada inspiración y expándete aún más en cada exhalación.

Extracto de “Espiritualidad Aquí y Ahora" (Edit. Kier)

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