jueves, 20 de febrero de 2014

¡Soy la Luz!

Cuento para el alma


Por Deéelij.


...¡Ya sé quien soy!

Y Dios le contestó:¡Maravilloso! ¿Quién eres?

La pequeña alma contestó a toda voz: ¡Soy la luz!

Dios sonrió ampliamente: Así es —exclamó. Tú eres la Luz.

La pequeña alma estaba feliz, porque había comprendido lo que todas las almas del reino trataban de entender. ¡Hurra! ¡Esto es fantástico!. Pero poco después ya no le bastó con saber quién era.

Sentía cierta inquietud en su interior, porque quería ser lo que era.

Así, la pequeña alma volvió a hablar con Dios (lo cual no es mala idea para todas las almas que quieren ser Quienes Son realmente), para comunicarle sus ideas:

¡Hola, Dios! Ahora que ya Sé quien soy, ¿es bueno serlo?

Dios respondió: ¿Quieres decir que deseas ser Quien Ya Eres?

Pues… verás. Una cosa es saber Quien soy, y otra muy distinta es serlo realmente. Quiero sentir cómo es ser la luz.

Pero si ya eres la luz — Repitió Dios, sonriendo otra vez.

¡Si, pero quiero saber cómo se siente serlo! —exclamó la pequeña alma.

Creo que debí imaginármelo —repuso Dios, riendo Tú siempre has sido la más aventurera. Y, tras un instante, la expresión de Dios cambió. Pero hay una cuestión.

¿Qué es? preguntó la almita…

Que no existe otra cosa además de la Luz. No creé otra cosa que lo que tú misma eres. Así, no hay un modo sencillo para que experimentes Quién eres, puesto que no hay nada que no seas.

¿Cómo? —repuso la Pequeña Alma inocente, estaba un poco confundida. Piénsalo de este modo. Eres como una vela en el sol.  Ya estás allá, junto con millones y megamillones de otras velas que forman el sol.

Y el sol no podría serlo sin ti, porque le faltaría una de sus velas, y así no podría brillar tanto.

Pero saber que eres la Luz estando dentro de la Luz… ese es el problema. Tú eres Dios, ¡ya se te ocurrirá algo!

Dios volvió a sonreír: Ya pensé en algo. Puesto que no puedes sentirte la Luz al estar en ella, te rodearé de oscuridad.

¿Qué es la oscuridad? Es aquello que tú no eres.¿Tendré miedo de la oscuridad? —gimió la almita.

Sólo si así lo quieres —respondió Dios. A decir verdad, no hay nada que temer, a menos que así lo decidas. Nosotros inventamos todo eso. Fingimos.

¡Ah! —exclamó la pequeña alma, que ya se estaba sintiendo mejor.

Entonces Dios explicó que, para poder experimentar cualquier cosa, se requiere de su opuesto. Ese es un gran don, porque sin el no podrías conocer como es todo lo demás. No podrías saber qué es lo caliente sin lo frío, el arriba sin el abajo, lo rápido sin lo lento. No podrías saber qué es la izquierda sin la derecha, el acá sin el allá, el ahora sin el después. Y así —concluyó Dios, al verte envuelta en la oscuridad, no cierres el puño ni alces la voz para maldecirla.

Más bien, sé Luz entre las tinieblas, y no te enojes por ello. De ese modo sabrás Quién Eres Realmente, y también los demás lo sabrán. Permite que tu luz brille para que todos sepan que eres alguien muy especial.

¿Quieres decir que está bien que los demás sepan que soy alguien muy especial? — inquirió la Pequeña Alma.

¡Por supuesto! — rió Dios, ¡Esta muy bien!. Pero recuerda que “especial” no quiere decir “mejor”. Todos son especiales, cada uno a su modo. Pero hay muchos que no lo recuerdan. Entenderán que está bien que sean especiales sólo cuando tú mismo sepas que está bien ser especial.

¡Fantástico! — exclamó la almita, quien bailaba, reía y daba saltos de felicidad. ¡Puedo ser todo lo especial que quiera!

Sí, y puedes serlo a partir de ahora mismo — agregó Dios, quien bailaba y saltaba y reía con la pequeña Alma. ¿Qué parte de lo especial quieres ser?

¿Qué parte de lo especial? No te entiendo.

Verás… — le explicó Dios: Ser la Luz es ser especial, y eso esta hecho de muchas partes.
Ser generoso es ser especial.
Ser amable es ser especial.
Ser creativo es ser especial.
Ser paciente es ser especial.

¿Se te ocurren otros modos de ser especial?

La Pequeña Alma quedó en silencio por un instante:¡Se me ocurren muchas formas de ser especial! — Exclamó luego. Es especial ayudar a los demás. Es especial compartir. Y ser amistoso también es ser especial. ¡Ser considerado con los demás es ser especial!

¡Así es! —concordó Dios. Y tú puedes ser todas esas cosas, o cualquier otra parte de lo especial que desees ser, en cualquier momento. Eso significa ser la Luz.

¡Ya se lo que quiero ser! —anunció la Pequeña Alma, muy emocionada. Quiero ser la parte de lo especial llamada “perdonar”. ¿No es especial perdonar?

Oh, sí —aseguro Dios. Eso es muy especial.

Entonces, eso quiero ser. Quiero perdonar. Quiero experimentarme a mí misma de ese modo.

Bien —dijo Dios. Pero hay algo que debes saber.

La Pequeña Alma comenzaba a impacientarse. Parecía que siempre había complicaciones.

¿De qué se trata? —suspiró.

No hay nadie a quien perdonar.

¿Nadie? La Pequeña Alma apenas podía creer lo que estaba oyendo.

¡Nadie! —repitió Dios. Todo cuanto hice es perfecto. No hay una sola alma en toda la creación que sea menos perfecta que tú. Mira a tu alrededor.


Entonces la Pequeña Alma se dio cuenta de que se había reunido una gran multitud. De todo largo y ancho, de todos los rincones del Reino, habían venido almas, porque se había corrido la voz de que la Pequeña Alma sostenía una extraordinaria conversación con Dios, y todos querían oír lo que decían.

Viendo a las incontables almas reunidas, la almita tuvo que coincidir: nadie parecía ser menos maravilloso, menos magnifico o menos perfecto que ella misma. Tal era el esplendor de las almas reunidas y tan brillante era su Luz, que la Pequeña Alma apenas podía sostener su mirada.

¿A quién perdonar entonces? —preguntó Dios.

¡Oh, creo que esto será muy aburrido! — gruñó la almita. Quería experimentarme como El que Perdona. Quería saber como es esa parte de lo especial.

Y, así, supo como es estar triste. Pero entonces un Alma amistosa salió de entre la multitud:

No te preocupes Pequeña —le dijo. Yo te ayudaré.

¿De verdad? —replicó, con el rostro iluminado. ¿Pero que puedes hacer?

Puedo darte a alguien para que lo perdones.

¿Puedes?

¡Desde luego! —canturreó el Alma amistosa. Puedo ir a tu siguiente vida y hacer algo para que lo perdones.

Pero… ¿Por qué habrías de hacerlo? —preguntó la Pequeña Alma. Tú que eres un Ser de tan absoluta perfección. Tú que vibras con gran rapidez creando una luz tan brillante que apenas puedo verla.

¿Qué podría hacer que frenaras tu vibración hasta que tu luz se hiciera oscura y densa?

¿Qué podrías hacer tú, que eres tan ligera como para bailar en las estrellas y desplazarte por el Reino a la velocidad del pensamiento, que entraras a mi vida y te volvieras pesada como para hacer una cosa tan mala?

Es muy fácil —repuso el Alma Amistosa. Lo haría porque te amo.

A la Pequeña Alma le sorprendió la respuesta.

No te asombres — le dijo el Alma Amistosa. Tú hiciste lo mismo por mí. ¿No lo recuerdas? Hemos bailado juntas muchas veces, por eones y eras. Durante todos los tiempos y en muchos lugares hemos jugado juntas. Simplemente no lo recuerdas. Ambas hemos sido todas las cosas. Ya fuimos el Arriba y el Abajo, la Izquierda y la Derecha. Fuimos el Acá y el Allá, el Ahora y el Después, Fuimos lo Masculino y lo Femenino, lo Bueno y lo Malo. Tu y yo Fuimos la víctima y el villano.

Así, nos hemos reunido muchas veces, la una dando a la otra la oportunidad exacta y perfecta para expresar y experimentar Quiénes Somos Realmente.

De ese modo —añadió el Alma Amistosa, llegaré a tu próxima vida y seré el “malo”. Haré algo realmente terrible, y entonces podrás experimentarte como El Que Perdona.

¿Qué harás? —preguntó la Pequeña Alma, un poco nerviosa. ¿Que puede ser tan terrible?

Oh, ya pensaremos en algo —replicó el Alma amistosa, con un guiño. Segundos después, pareció tornarse muy seria y murmuro: Tienes razón en algo.

¿En qué? —quiso saber la almita.

Tendré que frenar mi vibración y hacerme muy pesada para hacer ese algo no tan bueno, Fingiré que soy alguien muy distinto a quien realmente soy. Por eso te pediré un favor a cambio.

¡Si, lo que quieras — exclamó la Pequeña Alma y comenzó a cantar y bailar, Podré perdonar, podré perdonar! Pero notó que el Alma Amistosa seguía muy callada.

¿Qué quieres? —le preguntó. ¿Qué puedo hacer por ti?

¡Eres todo un ángel por estar dispuesta a hacer tal cosa por mí!

¡Claro que el Alma Amistosa es un ángel! —interrumpió Dios ¡Todos lo son! Siempre recuerda eso que sólo ángeles envío.

Y así, la Pequeña Alma quiso más que nunca satisfacer la petición del Alma amistosa: ¿Qué puedo hacer por ti? —volvió a preguntar.

En el momento que te golpee y te despedace —repuso el Alma Amistosa. Cuando te haga lo peor que pudieras imaginarte, en ese mismo instante…

¿Que? —interrumpió la Pequeña Alma. ¿Qué…?

El Alma amistosa está aún más seria: Recuerda quien soy realmente.

¡Si, así será! —exclamó el Alma Inocente. ¡Te lo prometo! Siempre te recordaré tal y como te veo aquí y ahora.

Muy bien —repuso el Alma Amistosa, porque pondré tanto empeño en fingir, que olvidaré quien soy. Y si tú no me recuerdas como soy realmente, no podré acordarme durante mucho tiempo. Y si olvido quién soy, incluso tú olvidarás Quién Eres, y las dos estaremos perdidas. Entonces necesitaremos que venga otra alma para que nos recuerde a Ambas Quiénes Somos.

¡No, no será así! —prometió otra vez la Pequeña alma. ¡Te recordaré! Y te agradeceré por darme ese don, la oportunidad de experimentarme como Quien Soy.

Así acordaron, y La Pequeña Alma fue hacia una nueva vida, emocionada por ser la Luz, que era muy especial, y por ser esa parte de lo especial que se llama Perdonar.

Y esperó ansiosamente poder experimentarse como Perdón y agradecer lo que hiciera la otra alma para que fuera posible.

En todo momento de esta vida, cada vez que apareció en escena una nueva alma, ya fuera que trajese felicidad o pesar (y especialmente si traía pesar), la Pequeña Alma pensó en lo que Dios le dijo.

“Siempre recuerda que no envío mas que ángeles”...


Fuente:  El Cielo en la Tierra Blogspot.

viernes, 14 de febrero de 2014

Los Pensamientos curan más

...que los medicamentos

  


Entrevista por Alessandro Di Masi Sanergía:

El científico Bruce Lipton reclama una nueva medicina, la que tenga en cuenta la energía por su capacidad para curar. Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero esto causa muchos problemas en el cuerpo. Porque esta medicina basada en la farmacología no entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo.

Cuando tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no sólo afecta a aquel lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados "efectos secundarios".

Pero, en realidad, no son secundarios sino directos. No entienden que el efecto de las drogas no sólo crea un efecto... sino múltiples. Según las estadísticas en EEUU, ¡los fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año! Hay algo que no funciona en la ciencia médica. Hace algunas cosas bien, como la traumatología, pero está matando a mucha más gente de la que ayuda.

---¿Y qué ha descubierto sobre las células pero que no tiene en cuenta la medicina?

Yo ya trabajaba con ellas en los años 60. Fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Entonces, la pregunta es muy sencilla, ¿qué controla el destino de las células? Todas eran idénticas, lo único que era diferente era el entorno. Cuando cojo células sanas y las coloco en un entorno nocivo, la células enferman y mueren. Si un médico las mirara, diría: "¿Qué medicina hay que darles?" ¡Pero no hace falta ninguna medicina! Les cambias el entorno nocivo, las colocas en uno sano y saludable y las células sanan. Los humanos somos una comunidad de 50 trillones de células, por tanto, la célula es el ser viviente y la persona es una comunidad.

¿Cuál es el entorno de la célula que hay que cuidar?
Dentro de mí hay 50 trillones de células y el entorno celular para nosotros es la sangre, por ello la composición de la sangre cambia el destino de la célula. ¿Y qué controla la sangre? Pues el sistema nervioso, que crea una química diferente según el sistema exterior. La célula y el ser humano son la misma cosa.

Por tanto, la medicina culpa a las células por la enfermedad y trata de cambiar la química de las células, pero ese no es el problema, el problema es el entorno. Y si cambias a la persona de entorno, sin medicamentos, el cerebro cambia la química. El cerebro de la célula y el de la persona leen y entienden el entorno.

En un entorno sano, ¿nos curamos automáticamente? ¿Así de fácil? No es tan fácil, porque la mente interpreta. Puede suceder que estemos en un entorno muy sano y que la mente lo lea como un entorno negativo o perjudicial. Entonces crea una química que hará a mi cuerpo enfermar. La diferencia entre la célula y el ser humano es que este tiene una mente que hace una interpretación y la célula lee el entorno directamente. Si metes un programa con errores en la mente, entonces la química que genera no está en armonía con la vida. Y esto nos sirve para entender cómo funciona un placebo. Cambio mi creencia y pienso que esto me va a sanar, tomo una píldora porque creo que esto me va a traer salud, y me mejora y me sana, pero la píldora podría ser de azúcar, en realidad no ha hecho nada, han sido mis creencias. Y a eso lo llamamos pensamientos positivos y efecto placebo.

¿Está diciendo que el efecto placebo "creer que algo nos sanará" es más curativo que un medicamento? Pero no hay casi investigaciones sobre eso.
Sí, tienes razón. ¿Eres consciente de que hay más de una manera de hacer energía sin tener que depender del petróleo? Pero seguimos dependiendo del petróleo porque no interesa el cambio a los que controlan la energía. Lo mismo pasa con las empresas farmacéuticas. Venden fármacos y ¿poder sanar sin fármacos es bueno o malo para la industria farmacéutica? No quieren que sanes sin comprar sus fármacos.

¿Se puede poner energía en una cápsula?

Si fuera así, las farmacéuticas intentarían vendértela. Si puedo sanar sin usar medicamentos, la industria que los produce no gana dinero. El dinero controla la ciencia.

Explíquenos cómo funciona ese poder que dice que tiene la mente para la auto curación.


He hablado de que la mente controla: si piensa de una manera, se va en una dirección y, si piensa de otra, se va en otra. Por ejemplo, cierro los ojos, los abro y veo a alguien a quien amo. Entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las células.


Por eso, quien se enamora se siente tan bien. Pero si abro los ojos y veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés. Y estas hacen dos cosas.
La primera es que frenan el crecimiento del cuerpo. Porque si me está persiguiendo un león, necesito toda la energía para poder escaparme, y mi organismo apaga todo lo que no sea imprescindible para correr más rápido, así que se paraliza todo lo que tiene que ver con el crecimiento. La gente no lo sabe, pero tienes que crecer todos los días, porque, si no, te mueres.

Cada día cientos de billones de células mueren y tienes que ir produciendo nuevas. Cada tres días, el sistema digestivo renueva sus células, pero si se interfiere con ese crecimiento, entonces no puedo estar sano porque estoy perdiendo demasiadas células al día, por eso la quimioterapia hace que se caiga el pelo y crea problemas de digestión, porque mata todas las células, no solo las del cáncer.

La segunda consecuencia de las hormonas del estrés es que se cierra todo aquello que usa energía, y el sistema inmunitario usa muchísima energía: cuando estás enfermo, te sientes muy cansado porque tu energía la está usando el sistema inmunitario.

Explíquenos qué es la medicina cuántica o medicina de la energía. Las hormonas del estrés apagan el sistema inmunitario, incluso la medicina usa este efecto en algunas ocasiones. Por ejemplo, si me trasplantaran un corazón, mi sistema inmunitario lo rechazaría. En esos casos, los médicos dan hormonas del estrés y eso impide que funcione el sistema inmunitario.

Es tan claro que suprime el sistema inmunitario que lo usamos como un medicamento. Cuando la persona está bajo estrés, afecta de dos maneras: la primera es que deja de haber crecimiento y la segunda es que se apaga el sistema inmunitario.

De esta forma, virus nocivos pueden atacarme fácilmente. Cuando estás bajo mucho estrés, te enfermas. Y debo decir que, si tomamos una muestra de sangre de cada persona, descubrimos que todos tenemos células cancerígenas. Las tenemos siempre, pero si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer. Una vez que se apaga el sistema inmunitario, proliferan. Es como el catarro: no tienes que coger el virus, ya lo tienes dentro. Son organismos oportunistas.

Como decía, la primera razón por la que la medicina de hoy es cuestionable es porque los médicos no saben cómo funcionan las células.

La segunda es que la medicina está basada en la física de Newton. No reconoce la energía, esa parte invisible, las señales electromagnéticas. Pero, a principios del siglo XX, apareció la física cuántica, que dice que todo es energía, lo que podemos ver y también lo invisible.

Si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones.
¿Y qué hay dentro?

Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniana. La medicina dice que quiere cambiar la química del organismo con drogas y la nueva medicina dice que hay que cambiar la energía. Y esta nueva medicina, la cuántica, es mucho más poderosa, porque responde primero el campo energético que el físico.

--- Y eso enlaza con la física cuántica. Si todo es energía, ¿los pensamientos también? ¿Cómo influyen en nuestra salud?

La mente es energía. Cuando piensas, transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química. Así que esto es peor para las empresas farmacéuticas porque no lo pueden vender. Por tanto, no les interesa una conexión entre la mente y el cuerpo. Pero es cierto que las propias creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo.

Y así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos... pero eso no puede vender y por eso la medicina no quiere ir por ese camino. Y es la razón por la que yo cambié mi carrera. Estaba enseñando en la universidad que hay que seguir con drogas y sabía que eso no era verdad.

La medicina lo conoce, pero no habla de ello. Sabe que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. En realidad, no es que sea positivo o negativo, es la manera de pensar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer.

Por tanto, el problema no es tanto el entorno real sino el que tú interpretas. Por eso no funciona la medicina, porque no reconoce la ciencia cuántica. No mira hacia ahí porque el dinero está en otro lado. Usted ha explicado que, en la mente, quien realmente tiene el poder es el subconsciente, ¿por eso es tan difícil cambiar hábitos de pensamiento? Es millones de veces más poderoso y más importante que la mente consciente. Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del tiempo. Pero no lo podemos controlar.


Lo puedes reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento fundamental de tu vida. Por tanto, hay muchos estudios que demuestran que las enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer, tienen que ver con la programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida.

Es decir, los niños absorben también sus enfermedades o sus actitudes negativas, y así se "programa" su subconsciente. ¡Qué gran responsabilidad para los padres!

La gente, cuando oye esto, se preocupa, se culpa. Pero no eres culpable si tú no sabes que el subconsciente funciona así. No lo sabían nuestros padres, ni nuestros abuelos ni bisabuelos. Ahora bien, cuando lo entiendes, tienes que cambiar tu manera de vivir, porque entonces sí eres responsable.

Está demostrado que si un niño adoptado vive en su familia casos de cáncer, en su madurez puede padecer cáncer aunque su genética sea diferente. Si te enseñaron a maltratar tu cuerpo con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la mente. El futuro es una mejor educación para los niños, incluso en la etapa prenatal.

--- ¿Podemos reprogramar el subconsciente para estar más sanos o ser más felices con nuestra vida?

Los comportamientos que vienen del subconsciente no los percibes y pueden estar haciéndote daño. Quizás te sientes enfermo y echas la culpa a otra cosa. Al cambiar estos programas erróneos en el subconsciente, puedes recrear toda tu vida. Hay varias maneras de hacerlo.

Se piensa que, cuando la mente consciente registra algo, la subconsciente también filtra esa informacion, pero no es así. La mente consciente es creativa y la subconsciente trata de todos los hábitos. Si le enseñas al subconsciente algo diferente, se lo enseñas también a la consciente, pero no al revés. Por ello, la manera de reprogramar es repetir y repetir hasta que se crea un hábito.

Si leo un libro de autoayuda, mi mente consciente dice: "Sé todo lo que hay en el libro y lo aplico", pero la subconsciente no se entera de nada. Entonces, piensas: "¿Por que sé tanto y todavía mi cuerpo no funciona?". Los pensamientos positivos, el conocimiento... solo funcionan el 5% del tiempo, pero el 95% son los hábitos que tengo desde mi niñez. Y esa es la razón por la que los pensamientos positivos no son suficientes.

Ayudan, pero no ves muchos resultados. Todo sigue igual hasta que no cambias el subconsciente.

Absolutamente, sí. No hay dos personas iguales, y lo digo desde el punto vista biológico. Si cojo mis células y las traslado a tu cuerpo, no soy yo, el sistema inmunitario las rechaza. En las células hay como una especie de antenas en miniatura. Son receptores y algunos son autorreceptores. Tú tienes diferentes autorreceptores a los míos. Pero los receptores reciben las señales del entorno.

Si corto esos receptores, la célula no tiene ninguna identidad, porque no le viene de dentro sino de fuera. Para explicarlo de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen el programa televisivo de Bruce. Esos receptores recogen esa transmisión.

Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Si ese ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí.

Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula, me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad?, ¿por qué tener un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si solo existiera el espíritu, ¿a qué sabe el chocolate? Sólo con la parte espiritual, ¿cómo vivir una puesta de sol? ¿Qué se siente cuando se está enamorado?

Todas esas sensaciones vienen de las células del cuerpo, que puede oler, sentir, tener experiencias. Recoge todo eso, lo transmite al cerebro. Se convierte en vibraciones y lo transmite a la fuente del ser.

Si se muere mi cuerpo, mi fuente de ser y mi espíritu tienen la memoria hasta que tenga otro cuerpo. La lección más importante es que estar vivo es un regalo, una alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará sano.

lunes, 10 de febrero de 2014

Semillas de consciencia...

Semillas de concienciaEl terreno lucía árido y seco. Sólo rocas y algunos arbustos polvorientos, quemados ya por el sol, habitaban el desolado paraje. Sin embargo llegó aquél peculiar sembrador. Paciente. Lleno de fe. Dedicado. Decidido. Constante. Perseverante. Supo ver no lo que faltaba, sino lo que se escondía bajo esa tierra promisoria.

Comenzó por preparar el terreno, quitando la maleza, horadando hasta extirpar las raíces muertas. Después procedió a humedecer la sedienta tierra. Le dio de beber vida y esperanza. Cada gota que recibía, era un nuevo despertar para ese terreno yermo que había olvidado ya lo que era tener aliciente y propósito, una nueva ilusión en su existencia.

Una vez bien dispuesta, la tierra abrió sus entrañas para dejarse germinar. El paciente sembrador comenzó entonces a regar sus semillas, a implantar la nueva simiente que haría borrar ese pasado de desolación, para abrirse a un presente lleno de fruto y esperanza.

Con el paso del nuevo tiempo, las semillas fueron abriendo y comenzaron a echar raíces. Poco más tarde, los resultados empezaron a aflorar por sobre la superficie de la tierra. Los primeros brotes de esa nueva y buena siembra, fueron una fiesta de renacimiento.

Ahí venía. La verdadera vida. El cambio de una nueva conciencia en esa renovada tierra, materializado en la promesa de un noble y futuro árbol que crecería y llegaría a ser sombra, resguardo y alimento para un nuevo y afortunado peregrino.

De esa manera, el sembrador, ese trabajador de luz, concluyó así su misión: plantar semillas de consciencia, preparando el terreno para el frondoso árbol de una nueva humanidad…

Esta analogía le habla a tu corazón. ¡Despierta! Es tiempo de tomar la estafeta de ese sembrador. Es tiempo de sembrar sobre esta humanidad la simiente de un nuevo Ser. Tiempo de extirpar de sobre la faz de la Tierra la maleza de la apatía, la abulia, el conformismo, el desgano, el egoísmo, el desamor...

Tiempo de arrancar las secas raíces de esa vieja costumbre: el aceptar la dualidad. Buenos-malos, pobres-ricos, hambrientos-satisfechos, miserables-encumbrados, poderosos-desvalidos, amigos-enemigos…

Tiempo de sembrar a fondo la semilla del amor solidario. Tiempo de hacer germinar semillas de perdón. De abonar la tierra de nuestras relaciones personales con tolerancia y respeto.

Tiempo de abrir nuevos surcos en nuestra conciencia, de manera que razas, nacionalidades, color de piel, idiomas e ideologías diferentes, tengan cabida por igual en nuestro corazón. Porque todos somos Uno… y uno somos Todos.

Tiempo de reconocer que la única y verdadera riqueza está en nuestro interior. Sólo así resurgiremos como una Nueva Humanidad en donde el pan cotidiano sean la Luz y el Amor Incondicional, fruto de cultivar pensamientos y sentimientos de más alta vibración.

La Tierra, sedienta de un despertar universal, te espera para que la fecundes con tu ejemplo, con tu luz, con tu entereza. No te permitas flaquear, sembrador de sueños, sembrador de esperanzas. ¡Sigue esparciendo tus semillas de consciencia!

Elvira G.

domingo, 9 de febrero de 2014

¿Qué es meditar?




 La meditación es diaria, continua y no utiliza ningún artilugio. Se sirve de los pájaros, nace con el agua que surge del grifo, con la tormenta o el atardecer o la oscuridad de la noche… No tiene posturas ni rituales, cada momento es una postura y un ritual… cada instante es un regalo del Universo para penetrar sus secretos... Esa es la meditación constante, la que nace en ese segundo de atención y en ese minuto de plenitud... Es el latido de la unión con el alma, es la fragancia de las antípodas celestes, es la brevedad del insomnio y la planicie angélica.

Meditar es abrirse al campo de las maravillas, dejarse preñar por la magia que hay más allá del velo de la mente, por sus semillas y raíces. Es penetrar lo irracional desde esa atalaya que se levanta en los campos y bosques de la tierra hueca. Es la caricia vespertina y el susurro nocturno. Es la tremenda ola que nace en nuestra primavera y se fusiona en la arena en nuestro atardecer. Meditar no es analizar, es dejar que la matemática exacta e incomprensible del universo entero ordene el caos de nuestra ignorancia. Es ver cómo las señales nacen al ojo despierto, ver como el temple de quietud sorprende al ávido.

Meditar es unir el Cielo en la Tierra, el alma con su cuerpo, el espíritu con su mónada, el sol con su universo, la luz con su sombra, la flor con su perfume. Meditar es penetrar y compenetrar el misterio en esa respiración profunda y consciente que nos lleva hasta el supremo orden. Respirar, inspirar y fusionar. El latido es triple, el anhelo múltiple, la paz eterna y sublime.

Fuente: 
Creando Utopías http://creandoutopias.net

jueves, 6 de febrero de 2014

El discípulo y la libertad



 Por M. Amajur

Hermanos yo soy Amajur, ustedes se dicen mis discípulos, pero yo no tengo discípulos, yo no puedo guiar a nadie porque no es mi papel ni mi deseo limitar los caminos de aquellos que andan buscando una realización personal.

En el universo no hay caminos, el camino lo hace cada uno al andar, como ya fue dicho muchas veces en la Tierra, ustedes hablan del camino de Oro*Mu como si conocieran el camino de Oro*Mu.

Hablan de precisar los planes y la dirección que deben tomar sus pasos como si todo estuviera ya planeado, como si el libre albedrío no existiera, como si ustedes fueran los jueces que dictaminan hacia dónde deben caminar las personas.

Pero Yo Soy Amajur y tampoco voy a decirles que no hagan lo que están haciendo porque sería una paradoja de todo lo que ya he mencionado.

Ustedes son libres de trabajar como mejor les plazca y yo soy libre para decir lo que creo que es más conveniente, tanto ustedes como yo somos trabajadores de planos tan abstractos que difícilmente se comprenden.

Para mí la libertad es el más preciado de todos los dones que la vida me ha concedido y por eso me rebelo al más pequeño asomo de coacción. Hay quien gusta de ser como el pez que se siente feliz de haber picado el anzuelo porque entonces ya no tiene que decidir hacia dónde debe nadar; alguien más lo ha decidido por él. 

Hay quien se siente feliz de ser encarcelado como un león, porque ya no tiene que preocuparse por la búsqueda de su comida; ya tiene quien lo alimente.
Hay quien se siente feliz porque le dicen cual es su misión y cuáles son los objetivos que se persiguen en la vida del espíritu porque entonces su búsqueda ha terminado y se dedica a realizar lo que otros le dicen que es correcto.

Pero hay otros que se sienten felices de fluir como el viento y viajar en el aroma de las flores y ser como la gota de agua que cantando va siguiendo el rumbo que la misma vida le ha marcado. Que puede elevarse a las alturas o quedar atrapada en las orillas del sendero, que puede terminar como rocío y quedar como una perla engarzada en algún pétalo de rosa.

Hay quien disfruta ser como el canto de las aves que una vez que es emitido viaja sin descanso cubriendo la tierra en todas direcciones y en esa libertad sin dirección, sin propósito, sin un tiempo que le separe el futuro del pasado, sin un espacio que le diga dónde está adentro y dónde está afuera, se complace en la eterna existencia del ser.

Yo soy como ellos, canto a la libertad, me muevo en la libertad y lanzo invitaciones para aquellos que me escuchan, para que puedan experimentar un instante de libertad y, después que la hayan experimentado, regresen entonces si ese es su deseo, regresen a sus cárceles, a sus anzuelos, enciérrense en sus cuatro paredes y encadénense a su pasado y a su presente. Si eso los hace sentirse estables, seguros y racionales y ese es su deseo, síganlo viviendo. 

Pero les diré que hace muchos años hubo hombres encadenados morando dentro de una cueva, imposibilitados de voltear sus rostros hacia la entrada y mirando permanentemente hacia una pared que se localizaba enfrente de ellos. Los días y las noches se alternaban interminablemente, mientras afuera se oía el bullicio de la ciudad y los hombres pasaban enfrente de la cueva y nunca penetraban, tan sólo sus sombras eran reflejadas en aquella pared y los pobres presos encadenados las veían. Y era todo lo que veían. Tanto tiempo moraron ahí que llegaron a pensar que su mundo era de sombras. 

Esta historia ya la han escuchado antes, lo que tal vez no sepan es que un buen día uno de los hombres logró voltear hacia la entrada de la cueva y vio pasar a los seres humanos que proyectaban las sombras a las que ellos estaban acostumbrados, fue tanto su temor y su sorpresa que regresó la mirada hacia la pared a la que siempre había visto y buscó convencerse a sí mismo de que lo que acababa de observar había sido sólo su imaginación.
Mediten en eso y un buen día estaremos hablando en otro espacio, en otro tiempo.
Así sea.

Fuente: Facebook Nemesh Kailas.