Amanece apenas. La claridad comienza a vislumbrarse. La ves de pronto. Una esfera luminosa fulgura en la lejanía. ¡Espera, espera... ahora se acerca... se está volviendo enorme... viene hacia ti.... se posa justo por encima de tu cabeza!
Cierras los ojos. La luz es tal, que te ciega. De pronto, esa enorme esfera refulgente estalla, bañándote con una y mil gotas luminosas. Abres los ojos. Abres las manos y te inspira el limpiar tu rostro con ellas. Inicias por los ojos, tu visión se torna súbitamente clara y puedes verlo todo, de pronto, más nítido y transparente… Sigues con tus oídos. Después de purificarlos, los sonidos parecen llegarte más puros y armónicos.
Después pasas esas gotas de luz por tus labios, y las palabras comienzan a fluir entonces con una inesperada y suave calidez... no ya para formar juicios, sino ahora para alentar y reconfortar. Recorres tu cuerpo entero, extendiendo con las yemas de los dedos esas mágicas gotas de luz.
Cierras nuevamente los ojos y comienzas a “ver” con el tacto. Estás en un nuevo espacio en donde todo es terso y placentero. Tu olfato se agudiza ante el extraño, pero exquisito aroma de esta lluvia. Te sientes inmerso en un peculiar sitio de paz y silencio.
Eso te lleva a disfrutar este nuevo amanecer. Te sumerges entonces en esa agua de lluvia bendita y luminosa. Flotas y afloras de nuevo a la superficie. La lluvia ha dado paso a un insospechado entorno de luz, en el que te mueves sin mayor dilema. Estás en la Luz… ¡Eres Luz!
Te veo y danzamos juntos, nos hermanamos, nos identificamos. Formamos parte de ella. Es nuestra nueva realidad. A partir de ahora es lo único que existe: abundancia, paz, amor, concordia... Es nuestro nuevo día, nuestra nueva dimensión, nuestra nueva humanidad. ¡Despierta, no duermes... comienzas a vivir ya en esa tu nueva y particular esfera luminosa!
Elvira G.
Cierras los ojos. La luz es tal, que te ciega. De pronto, esa enorme esfera refulgente estalla, bañándote con una y mil gotas luminosas. Abres los ojos. Abres las manos y te inspira el limpiar tu rostro con ellas. Inicias por los ojos, tu visión se torna súbitamente clara y puedes verlo todo, de pronto, más nítido y transparente… Sigues con tus oídos. Después de purificarlos, los sonidos parecen llegarte más puros y armónicos.
Después pasas esas gotas de luz por tus labios, y las palabras comienzan a fluir entonces con una inesperada y suave calidez... no ya para formar juicios, sino ahora para alentar y reconfortar. Recorres tu cuerpo entero, extendiendo con las yemas de los dedos esas mágicas gotas de luz.
Cierras nuevamente los ojos y comienzas a “ver” con el tacto. Estás en un nuevo espacio en donde todo es terso y placentero. Tu olfato se agudiza ante el extraño, pero exquisito aroma de esta lluvia. Te sientes inmerso en un peculiar sitio de paz y silencio.
Eso te lleva a disfrutar este nuevo amanecer. Te sumerges entonces en esa agua de lluvia bendita y luminosa. Flotas y afloras de nuevo a la superficie. La lluvia ha dado paso a un insospechado entorno de luz, en el que te mueves sin mayor dilema. Estás en la Luz… ¡Eres Luz!
Te veo y danzamos juntos, nos hermanamos, nos identificamos. Formamos parte de ella. Es nuestra nueva realidad. A partir de ahora es lo único que existe: abundancia, paz, amor, concordia... Es nuestro nuevo día, nuestra nueva dimensión, nuestra nueva humanidad. ¡Despierta, no duermes... comienzas a vivir ya en esa tu nueva y particular esfera luminosa!
Elvira G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario