Aunque muchas veces nos cueste aceptarlo y asimilarlo, la vida que
tenemos es creación nuestra, para bien o para mal. Muchas veces cuando las
cosas van bien nos sentimos orgullosos de cómo hemos llevado nuestras vidas,
pero cuando las cosas tienen un rumbo diferente al que nos gustaría, nos
resulta más sencillo evadir la responsabilidad que nos pertenece.
Evidentemente hay condiciones y factores externos que nos pueden
facilitar el alcanzar nuestras metas, el transitar el camino que nos lleva a
donde queremos estar, pero sin duda hay un factor trascendental en cómo
asumimos lo que nos pasa, cómo apreciamos nuestra realidad y cómo vamos
creándola, desde nuestros pensamientos hasta cada una de las acciones que
llevamos a cabo.
Para obtener un resultado diferente a lo que hemos obtenido hasta el
momento, puede resultar de utilidad proponernos hacer las cosas de maneras
diferentes y mucho más de fondo, ser diferentes. Y esto no está enfocado a los
cambios externos, aunque en su mayoría son un reflejo de lo que está pasando en
nuestro interior, sin embargo pueden sólo representar la necesidad de cambio
que se queda sólo en la superficie, que no toca las raíces y que muy
probablemente no perdure en el tiempo.
Debemos aclarar nuestro propósito de vida y recordar que hay uno que los
supera a todos y además es común para todos, que es: ser felices, esto puede
sonar trillado, pero la verdad es que somos los saboteadores número uno de
nuestra propia felicidad. Para la mayoría es mucho más sencillo enfocarse en lo
que no tiene, que valorar y agradecer lo que posee, es común hacer un
drama de cualquier cosa y magnificar lo negativo que ocurre.
Cuando dejamos de apreciar y agradecer, nos cuesta sentirnos bien con lo que somos, con lo que tenemos, pero si enfocamos nuestra atención a todas esas bendiciones que nos tocan de manera directa e indirecta, la vida se convierte en algo diferente, la podemos ver como lo que es: un verdadero milagro.
Cuando dejamos de apreciar y agradecer, nos cuesta sentirnos bien con lo que somos, con lo que tenemos, pero si enfocamos nuestra atención a todas esas bendiciones que nos tocan de manera directa e indirecta, la vida se convierte en algo diferente, la podemos ver como lo que es: un verdadero milagro.
No pidas que el próximo año sea diferente, más bien enfócate en ver lo
positivo de tu vida, evaluar cuáles son tus oportunidades de mejora y
contribuir con acciones a ofrecerle al nuevo año una versión mejorada de ti
mismo. Cuando generamos los cambios desde nosotros mismos, resulta mucho más
sencillo proyectar nuestros cambios a todo lo que es nuestra vida.
Si no estamos listos, podemos ver pasar miles de oportunidades, sin ser
capaces de tomarlas, así que convenzámonos de que la vida tiene lo mejor para
ofrecernos, en este y todos los años que vengan, pero somos nosotros los que
debemos estar preparados para hacer que la magia ocurra.
¡Que crées un muy Feliz Año!
Sara-Tíbet.
Fuente: Blog Rincón del Tíbet.
No hay comentarios:
Publicar un comentario